miércoles, 16 de marzo de 2011

ESPÍRITU ÁSPERO de Gonzalo Hidalgo Bayal

Primera edición: mayo 2009
Tusquet Editores
Páginas: 556


Esta novela de Gonzalo Hidalgo Bayal se publicó en el 2009.

El día en que se celebra el banquete de jubilación de don Gumersindo, llegan a Murania viejos alumnos, se preparan discursos y las autoridades locales deciden dedicarle un libro homenaje. Durante su elaboración, el narrador, compañero de instituto, descubre que el profesor de latín, excéntrico y erudito, cáustico y sin embargo paladín clásica y del trato benévolo con los alumnos, ha dejado escritos 237 folios autobiográficos. El espíritu áspero quiere ser la memoria de ese singularísimo personaje, y de todas sus circunstancias. Fiel a los recuerdos manuscritos, el narrador relata, por una parte, su infancia rural, su formación en un internado con los padres hervacianos o sus experiencias como profesor inexperto y luego venerable, pero, por otra, además de incorporar anécdotas legendarias que cuentan los alumnos o conversaciones de tertulia, incluye brillantes escarceos literarios, repletos de hallazgos verbales, acordes con el uso lúdico y humorístico de la lengua –rimas y palíndromos, apodos y paranomasias– que el profesor ha practicado a lo largo de su vida.

Una demostración abrumadora de que Hidalgo Bayal vino para quedarse. Esta vez no me voy a quitar sólo el sombrero. Esta vez me quito el mismísimo cráneo. Enorme, maestro, enorme
Ricardo Menéndez Salmón, El Comercio.

LEIDO por.... Andrés:

¡Viva Murania!

Fiel a Gonzalo Hidalgo Bayal, había que leer su última novela. Más cuando mi cuñado, gran lector, me había dicho que esta novela, su primer contacto con éste autor, le había encantado. Luego él, siguiendo mi recomendación, ha seguido con Campo de amapolas blancas.

Y me he topado con una novela que me ha parecido estupenda. Volvía a Murgaños y a su ciudad Murania, volvía a toparme con los padres hervacianos y sus porcuinos, con Cristo (sin sus apóstoles), la avenidísima y el benemérito brigada. Pero sobre todo he entrado de lleno en la vida de este singular y maravilloso mundo inventado. Un gran acierto.

El título hace mención, según nos comenta el narrador Bayal, al espíritu del protagonista, don Gumersindo (Sindo, Beatus ivre, Sín, Mus, don Gerundio…): “la soledad de Sin: la síntesis de un espíritu áspero” y más adelante “cabe otorgarle a Sín la condición de verdadero y ejemplar y decoroso espíritu aspero”.

La narración comienza con la celebración de la jubilación de un profesor de instituto, Don Gumersindo, y a partir de ahí corre en dos tiempos diferentes, que se entremezclan en capítulos, cortos por lo general: Sindo en su años mozos y la vida docente de Don Gumersindo, para mostranos casi toda su vida: “años infantiles en Casas del Juglar, años adolescentes hervacianos, años de juventud y madurez en la U3, el túnel de la memoria y del silencio, y toda la eternidad de los años definitivos en El Torreón del Norte”. Este Don Gumersindo, que “ya de chico tenía […] un innegable y certero instinto bautista, en el sentido de que siempre encontraba el mote apropiado a cada individuo o hacía lo conveniente para que lo encontrarán los demás” nos proporciona un sinfín de motes con los que define a los personajes de manera asombrosa.

Y en este mundo nos vamos a encontrar con Personajes curiosos:
  • Los cuatro componentes de conjunto musical Tia Laos: Mente Cato, mote de un antiguo alumno, bautizado el primer día de clase por Don Gumersindo, Hal, por el ordenador de 2001, Biballo, revelde a la hortografia y rey de la heterografía y Mantecón, al que Mente Cato llama mantecato; junto con su musa Minerva Cabañuelas, Dulciena de Espinosa y Coño del año.
  • Pedro Cabañuelas, ¿el Canícula?, personaje de tremenda fuerza y abuelo de Minerva.
  • Ramonato (Ramón Nonato), llamado el Cunícula, “por su precisión semental
  • El escritor palindrómico Saúl Olúas, autor de Amad a la dama, La sed de sal y de Sale el as, Anhelé a Helena y de una poesía palíndroma, igualmente. Llamado por sus compañeros de clase el Capicúa.
  • Juan Sebastián, el Cano
  • Juana la Larga, convertida en Long Jane, por motivos etílicos.
  • Ramiro A. Espinosa, el vate de Murania, “poeta métrico decimal”, y muchos más.
SOMNETO

Este libro no será un best-seller, está claro. Su escritura lo hace inaccesible para lectores cómodos, pero está claro que el autor no lo pretendía. Eso si, es un auténtico festín lingüístico, o como el autor escribe en la novela, un “regocijo lingüístico, que es el mayor regocijo concedido al hombre”. Nos encontramos con una gran ensalada, aderezada con detalles lingüísticos que potencian su sabor:
  • Sínc (síntesis de sic y Sín, agudezas verbales de don Gumersindo): “garbanzos de Carrara”, “sabios de picotilla”, “pedronuestro”, “sangrijuela”, “vivito y culeando”, “astado anímico”, “animal sexudo”, “bigote ideológico”, “triunviriato”, “Váquinjan”, “liturgia rutual””, “etílite”, “prensor”, “fornicidio”, “ovísima”, “etilismo dialéctico”, “bocata minuta”, “peripatitis
  • Oxímorones: “delicadeza férrea”, “políglota mudo”, “yerro certero
  • palíndromos: “no ve un huevon””, “Ogino nació hoy canónigo”, “Ama cada cama””, “late la teta letal
  • paronomasia: “espíritu áspero”, “Olga Holgado”, “el adiós a Dios”, “rio trivial”, “cuarteto cuatrivial”, “Valentín Valiente”, “hervor de la urbe”, “menesteres de la menesterosidad””, “miedo y medio”, “ocaso omiso
  • y numerosos ingenios lingüísticos: “los pelos de gallina” y “la carne de punta””, “humo de borrajas”, “«Prêt-à-Manger»”, “«Al can can y al vino vino»”, “«To eat or not to eat»””, “Vida sexual edílica”, “Manzana in corpore sano”, que acompañan a las “«ternas, ternas, ternas»”, siempre presentes: “«No hay Dios sin tres»”.

Libro amargo como su protagonista, “la experiencia, al fin y al cabo, no es otra cosa que acumulación de amarguras” o “los hombres no sólo no son felices sino que están específicamente incapacitados para serlo. […] nace determinado para la desdicha”, a pesar del humor desbordante, agridulce y socarrón, y a veces retorcido:
  • Don Bonifacio no pudo contener su sagrada iracundia y, contraviniendo la ortodoxia sacramental, abandonó el confesionario ferozmente para defender manualmente, es decir, a bofetada limpia, su jurisdicción espiritual [y la emprendió a cachetes, mamporros y coscorrones con Sindo]”
  • los arrapíos [arrebatos] violentos de don Bonifacio eran teología trinitaria: tres bofetones distintos y un solo escarmiento verdadero
  • Mente Cato levantó la mano en clase para preguntar: «Doña Juana, ¿qué son los rasgos suprasementales?»” (por suprasegmentales)
  • Su teoría del amor: E=MC2, Eros es igual a la mente por el cuadrado de la energía corporal o, también, el amor es equivalente a la elevación al cuadrado de Mente Cato y Minerva Cabañuelas
  • la taberna del primo de Rivera” también conocida como el directorio
  • Entonces, en el momento más sagrado, cuando sonaban músicas marciales y el general superlativo saludaba solemnemente el ardor patrio de la erfervorizada multitud, G susurro a su oído palabras propias de un traidor. «La himnosis y la himnasia». El fiscal subrayó el hecho, acaso no percibido acústicamente por el tribunal, de que el acusado no había dicho «hipnotiza» , sino «himnotiza»

Mucha de la acción transcurre entre los muros de centros de enseñanza, colegio, con Sín de alumno, o instituto, con Don Gumersindo de profesor, dejando traslucir, quizá, las vivencias del autor, “también era la diosa de la escuela [por Minerva], que es donde se ejercita la inteligencia, cosa bastante discutible en estos tiempos”, (¿no es una crítica a la situación actual de la enseñanza?). Tratándose de un docente, sorprende que diga: “Le suspendimos en junio en lengua, matemáticas e historia, pero en septiembre consiguió aprobar la historia”. Muchos profesores habrían dicho que «supendió y consiguió aprobar», cargando, en ambos casos, todo el peso en el alumno. Sin duda el libro destila mucho de las experiencias del autor. Cuando el pasado 2 de enero, El País semanal le pregunta, junto a muchos otros escritores, por los motivos por los que dedica su vida a la escritura, contesta, al igual que nos cuenta Don Gumersindo en la novela: “«Por afición, por aflicción», escribí alguna vez

A veces parece demasiado enrevesado el vocabulario, complicado además por un endiablado juego del autor, que se crea palabras continuamente, algunas de fácil detección, pero otras, holito por ejemplo, que son explicadas después de muchas páginas, más de 300 páginas en este caso. Pero aún así, vuelvo a repetir, un largo, afortunadamente, disfrute.

En una crítica a la manipulación de la historia, Pedro Cabañuelas se inventa un Museo del Juglar y luego se encarga de fabricar al mismo Juglar. “la historia es siempre manipulación del pasado y de sus acontecimientos, dijo Walter Alway en el curso de las discusiones; que la mayoría de episodios antiguos relevantes, especialmente los catalogados como fundacionales, referentes necesarios e imprescindibles en la mitología de los pueblos, puntos cruciales para la historia ulterior, son radicalmente falsos y no han tenido tiempo ni lugar; que, en realidad, decía Walter, una vez que un acontecimiento entra en la historia, una vez que se convierte en dato histórico, ya es absolutamente irrelevante su veracidad, da igual que haya sucedido o no; que no hay pasado heroico, sino ficción y apoteosis de la epopeya
Zurbarán: La Misa Milagrosa del Padre Cabañuelas
Texto del cuadro: “Calla lo que ves y termina lo que has empezado

Muy bueno el relato del juicio a G. Sobre Glubit (§ 197) leer aquí

Espero que Don Gonzalo escriba su próximo libro cuanto antes, a ser posible, sobre Murania.

Mi cachico:

Un individuo de edad indecisa, que, según sus palabras, ejercía de chef o maître en un restaurante madrileño de su propiedad al que G acudía a menudo, subió al estrado. En un arranque patriótico, el propietario en chef había nacionalizado la ensaladilla rusay la primera vez que el reo encontró en el menú aquella metamorfosis gastronómica le preguntó: «¿Qué es la ensaladilla nacional?». El chef se lo explicó con toda educación, pero G no sólo lo tomó a broma y le sugirió diversos nombres entre paréntesis, como ensaladilla del zar o enzaradilla (sínc), sino que, por su cuenta y riesgo, complementó a los codillos. Desde entonces , los miércoles, G, hombre de plato fijo, pedía siempre lo mismo, de la misma manera, con la misma sorna: «Enzaradilla nacional y codillos del Ferrol». «Hace sólo unos años, eso hubiera bastado para fusilarle», dijo el fiscal golpeando con el puño el aire

2 comentarios:

  1. Hola Andrés.

    Llevo 100 páginas de este espíritu áspero y estoy gozando de lo lindo. De Bayal ya había leído anteriormente Amad a la dama, Paradoja del interventor, Conversación y La sed de sal, así que ya sé lo que Bayal es capaz de hacer con las palabras y el lengua. Pura magia, un festín para el lector curioso.
    Me gusta la mención que haces con múltiples ejemplos de esa potencia lingüística de Bayal.
    Saludos.

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  2. ¡Si señor!, ¡una gozada don Gonzalo!

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