viernes, 23 de marzo de 2012

YO CONFIESO de Jaume Cabré

Traducción: Concha Cardeñoso Sáenz de Miera
Edición: 2011
Editorial: Destino
Páginas: 848

Esta novela de Jaume Cabré se publicó en el 2011.

Si la tienda de antigüedades de la familia es todo un universo para el niño Adrià, el despacho del padre es el centro de ese universo y su tesoro más preciado un magnífico violín Storioni, en cuyo estuche aún se aprecia la sombra de un crimen cometido muchos años atrás. La infancia y la adolescencia de Adrià, llena de preguntas sin respuesta, de juegos solitarios y de falta de calor, está dedicada al estudio de la historia y de las lenguas, tal como quiere el padre, y a la práctica del violín, siguiendo los deseos de la madre. Pero un accidente acabará con la vida del padre, sumiendo a Adrià en un estado de culpabilidad y llenando su mundo de secretos y turbios misterios que tardará muchos años en despejar. Una novela ambiciosa, monumental y maravillosa que nos habla del poder, el dolor y la penitencia, el mal y la redención, la venganza, el amor, la culpa y la posibilidad del perdón, y que de la mano de una escritura brillante y a través de una imponente historia recorre los momentos estelares de la historia occidental.

LEIDO por.... Andrés:

Cuando leí que Gonzalo Hidalgo Bayal, en un artículo de El cultural, Elogio y exaltación del libro como regalo, apostaba este año, 2011,  por esta novela, “una novela magnífica y voluminosa que compré un poco a ciegas, leí con gusto y he regalado con entusiasmo”, y por La noche feroz, de Ricardo Menéndez Salmón, “una de mis preferencias”, ya había leído la segunda novela, pero bastó esta recomendación para leer la primera, que ahora comento.
Magnífica novela, narrada fundamentalmente en primera persona, como unas confesiones de Adrià, que nos relata su vida, su gran amor y la historia de un violín, que jugará un papel crucial en su vida. Un violín que condicionará la vida de casi todos los personajes de esta ingente novela y que nos permitirá un paseo por algunas de las mayores atrocidades humanas.
 "Santa María de Gerri recibía la luz de poniente desde el lado de Trespui"

Con una prosa muy rica, con un empleo del tiempo narrativo que salta dentro del mismo párrafo, del mismo diálogo, de la misma acción, y con un cambio de narrador, de primera persona a narrador omnisciente, que a veces nos hace perdernos, pero siempre nos encandila, Cabré construye este maravilloso viaje literario. Y el Mal, que el propio Adrià intenta estudiar es sus postreros días, siempre presente y que a casi todos contamina. Es una novela que te mantiene siempre en vilo, durante toda la novela, y con sorprendentes revelaciones hasta las últimas páginas.
Cuadro de Modest Urgell i Inglada (Barcelona, 1839 - ídem, 1919)

Sirvan algunas muestras como ilustración, del cambio de narrador:
Adría no sabía muy bien qué quería decir relajarse; pero se relajó; cerró los ojos y encontró el vibrato al final de un largo do en la segunda cuerda. Lo recordaré toda la vida [aquí entrá el propio Adría], pero me pareció...

y de diálogos entrelazados:
-Cobarde (Manlleu).
-No me dejes solo, chico (Bernat).
-Negroide (Manlleu).
-¡Si tocas mejor que yo! (Bernat).
-Marica (Manlleu).
-¿Y el tiempo que le has dedicado, qué? ¿Lo tiras por la borda? (madre).
-Zíngaro caprichoso (Manlleu).
-¿Y qué quieres hacer? (madre).
-Estudiar (yo).
-Puedes compaginarlo con el violín, ¿no? (Bernat).
-¿Que es lo que quieres estudiar, eh? (madre).
-Mal nacido (Manlleu).
-Marica (yo).
…...  [Adría les dice a Manlleu, Bernat y a su madre, por separado, que quiere dejar de estudiar violín]

Tratándose de un libro sobre un violín, no podían faltar las referencias a la música.
Chacona de la partita en Re menor de Bach

Mención especial merecen, para mi, dos personajes entrañables: El astuto y valeroso gran jefe arapaho Águila Negra,  y el sheriff Carson, a veces un poco gorrino.

Cabré, por medio de un personaje de la novela, nos trasmite como hay que valorar los libros:
Isaiah Berlin dejó el libro en la mesita auxiliar y dijo leo a diario y cada día me doy cuenta de que me falta todo por leer. Y a veces necesito releer, aunque sólo lo que merece el privilegio de la relectura.
-¿Y qué hace merecedor de ese privilegio? -Ahora Bernat parecía Adrià.
-La capacidad de fascinar al lector; de admirarlo por la inteligencia que contiene o por la belleza que genera.
Como, en mi caso, esta novela me ha facinado, me ha parecido inteligente y bella, para mi, esta novela merece una relectura. Y así lo anoto en mi lista de libros pendientes.

Muchas gracias, Gonzalo Hidalgo Bayal, por sus libros y sus recomendaciones.

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
quería ser el peregil de todas las salsas
Elisaveta, dulce, ojos de hada, ojos de bruja, labios de musgo verde
poquito a poco, día a día, empezaron a labrar su infortunio con constancia y dedicación
lo que se había gastado en alimento para lepismas
sólo te evité cuatro lloviznas dispersas, pero ninguna tormenta
un cenobio tan perdido que decían que la lluvia llegaba cansada y casi no mojaba la piel

Mi cachico:

Y yo, nada más llegar a casa con Lola Xica, tenía que ponerme a estudiar violín mientras ella hacía la cena y todo el piso se quedaba a oscuras. Eso no me hacía ninguna gracia, porque en cualquier momento podía salir un malvado de detrás de una puerta y por eso llevaba a Águila Negra en el bolsillo, y es que en casa, desde que mi padre así lo quiso, hacía años ya, no había medallas, ni escapularios, ni estampas ni misales y el pobrecito Adrià Ardèvol necesitaba ayuda invisible de alguna clase. Un día, en lugar de estudiar violín, me quedé embobado en el comedor contemplando el efecto del sol, que huía por poniente, por la parte de Trespui, e iluminaba con un color mágico la abadía de Santa Maria de Gerri, el cuadro que estaba encima del trinchero del comedor. Era siempre la misma luz, que me atraía y me inspiraba aventuras imposibles, y no oí abrirse la puerta de la calle ni nada, hasta que la voz grave de mi padre me pegó un susto monumental.

—¿Qué haces aquí perdiendo el tiempo? ¿No tienes deberes? ¿No tienes violín? ¿No tienes nada que hacer, eh?

Y Adrià se fue a la habitación con el corazón a cien por hora, sin sentir envidia de los niños que recibían besos de sus padres, porque creía que eso no existía en ninguna parte.

—Carson, te presento a Águila Negra, de la valerosa tribu de los arapaho.

—Hola.

—Jau.

Águila Negra dio al sheriff Carson un beso como el que nunca le había dado a él su padre y dejó a los dos, y también a sus caballos, en la mesita de noche, para que se fueran conociendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario