jueves, 1 de noviembre de 2012

EPISODIOS NACIONALES, Serie segunda: 4. El Grande de Oriente, de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 195

Esta novela, la cuarta de la Segunda Serie de los
Episodios Nacionales: El reinado de Fernando VII,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1876.  

El Grande Oriente recoge, en su título, el nombre de una activa sociedad secreta que intervino poderosamente en los acontecimientos que agitaron la vida política española en el trienio constitucional que fue de 1820 a 1823. En este período, dominado por una agitación política y social en la que siguieron encontrando caldo de cultivo los vicios ancestrales de la sociedad española, Salvador Monsalud continúa desgranando su azarosa trayectoria civil y sentimental.

Comienza así:

Sí; era en la calle de Coloreros, en esa oscura vía que abre paso desde la calle Mayor hasta la plazuela y arco de San Ginés. Allí era, sin duda alguna, y hasta se puede asegurar que en la misma casa donde hoy admira el atónito público fabulosa cantidad de pececillos de colores dentro de estanques de madera y muestras preciosas de una importantísima industria: las jaulas de grillo. Allí era, sí, y no es fácil que ningún contemporáneo lo niegue, como han negado que Francisco I estuviese en la torre de los Lujanes y que Sertorio fundara la Universidad de Huesca (que es achaque de los modernos meterse a desmentir la tradición). Allí era, sí, en la calle de Coloreros y en la casa de los rojos peces y de las jaulas de grillos, donde vivía el gran D. Patricio Sarmiento.

LEIDO por.... Andrés:

Salvador Monsalud vuelve a la palestra, de la mano del  Galdós más irónico y socarrón. Un protagonista un poco pesimista “Si es verdad que los hombres nacen con buena o mala estrella, la que andaba por los cielos el día en que yo vine al mundo era la más mala, la más perra de todas” y que, en comparación de Gabriel de Araceli, al que dejamos al finalizar la primera serie, resulta más lleno de contradicciones y por lo tanto más real, más creíble. Y de la mano de este personaje el autor nos hace una descripción feroz de la masonería y otras sociedades de entonces.

 
Píramo y Tisbe [representados en un fresco de Pompeya] no 
tuvieron que horadar paredes para hablarse

Vuelve
Galdós a demostrarnos que la casta nos viene a los galgos de largo:
  • Era, en fin, la corrupción de la masonería extranjera, que al entrar en España había de parecerse necesariamente a los españoles
  • es el primer caso que veo de un hombre a quien le dan esta bendición de Dios que yo tengo en la mano y se queda sereno y frío como tú estás ahora. Tú no eres hombre, tú no eres español. [al darle una canonjía admirable en la secretaría del Consejo de Indias]
  • en todos los incidentes de la sesión salía a la superficie un espumarajo de gárrula patriotería
  • El partido es el partido, y el que no crea que el partido es como debe ser, espere a ver en qué para el partido y se convencerá”, pero ¿en que año se dijo esto?¿no parece de ahora mismo?. Lo dice el mismo Galdós: “orador que, como se ha visto, no ha dejado de tener herederos en la política española.
Si para algo sirve la lectura de estos libros es para darse cuenta de que las situación actual no ha surgido de la nada.


Socarrón
Galdós, y un poco cruel a veces: 
-Pues mi opinión es que elijamos un tonto. Es fácil de encontrar.
-Ya tengo mi hombre -dijo vivamente y con alegría Monsalud.
-¿Has hallado el tonto?
-Un maestro de escuela.
-Viene a ser lo mismo.
 y ambiguo otras:la pobre Andrea, avisada del peligro por una intuición potente, hizo esfuerzos instintivos para sostenerse erguida y pomposa, vuelta hacia el sol la virginal corola; pero el viento soplaba con demasiada fuerza y se dobló

Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
empingorotar
pamema
Madre e hijo son tan amables que, la verdad, cuando uno entra en esta casa, no encuentra la puerta para salir.
Dicen que habrá tocata de trágalas y sinfonía de mueras y vivas

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
¡Guay de nosotros si no les ayudamos!


Mi cachico:

Poco después del medio día una horda de caníbales se reunía en la Puerta del Sol, mejor dicho, se diseminaba, marchándose cada animal por su lado, después de acordar juntarse por la tarde en el mismo sitio. Así lo hicieron, y las autoridades miraban aquello como se mira una fiesta. Después de las cuatro los grupos volvieron a invadir la Puerta del Sol. Había en ellos una frialdad solemne y lúgubre, como de quien no fía nada al acaso ni a la pasión, sino al cálculo y a la consigna. La autoridad seguía no viendo nada, o negligente o cómplice o imbécil que las tres cosas pueden ser. Los grupos susurraban, y por un momento vacilaron; pero al cabo de cierto tiempo dirigiéronse por la calle de Carretas y las de Barrionuevo y la Merced, a la cárcel de la Corona. Llenose la calle de la Cabeza en su mayor parte. Destacábase al frente de uno de los grupos el ciudadano Pelumbres, arengando como una bestia que hubiese aprendido durante corto tiempo y por arte milagroso, el lenguaje de los hombres. Casi todos llevaban armas menos él. 

Considerando que su persona no estaba completa, pidió una navaja; mas como nadie se hallase dispuesto a tal generosidad, dirigió su mirada de buitre a todas partes. Hacia la calle de San Pedro Mártir estaban construyendo una casa. Pelumbres se acercó a la empalizada; vio algunas piedras de granito a medio labrar y encima de ellas un gran martillo. 

-Para el sastre la aguja -dijo-, la lezna para el zapatero; el cuerno, para el toro, y para el herrero el martillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario