lunes, 7 de enero de 2013

EPISODIOS NACIONALES, Serie tercera: 4. Luchana , de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 289

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX.
 
El núcleo del presente episodio es la batalla de LUCHANA, decisiva para el desarrollo posterior de la Primera Guerra Carlista, así como la figura del general Espartero que en ella logró alzarse con la victoria. Entretejida con el hecho histórico, sin embargo, seguimos averiguando la peripecia amorosa y vital del liberal y romántico Fernando Calpena, personaje del que se sirve Galdós para enhebrar toda esta Tercera serie.

Esta novela, la tercera de la Tercera Serie de los Episodios Nacionales: Cristinos y carlistas,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1899.

Comienza así:
 
«En mi carta de ayer —decía la señora incógnita con fecha 14 de Agosto— te referí que nuestro buen Hillo me mandó recado al mediodía, recomendándome que no saliese a paseo por el pueblo, ni aun por los jardines, porque corrían voces de que los soldados y clases del Cuarto de la Guardia, los de la Real Provincial y los granaderos de a caballo, andaban soliviantados, y se temía que nos dieran un día de jarana, cuando no de luto y desórdenes sangrientos.»”

LEIDO por.... Andrés:

Seguimos disfrutando con
Galdós. En esta novela empieza relatando el motín de La Granja en agosto de  1836
y termina con la entrada de Espartero en Bilbao el 25 de diciembre del mismo año, después de la batalla de Luchana, en los alrederores de esa ciudad, sitiada por los carlistas. 

 Y en medio, las visicitudes de Fernandito Calpena intentando llegar a donde han mandado a su querida Aura, en la que, según mi parecer, consigue un mayor suspense  y donde queda claro que ahora sus personajes son mucho más profundos que en series anteriores.

Ataque de Lutxana el 24 de diciembre 1836

La visión de España que nos proporciona
Pérez Galdós, como siempre, resulta patética, más por lo que perdura que por su carácter:
  • Un poco agorero a resultado ser Galdós cuando escribe: Ni con las dotes más excelsas que Dios pone en la voluntad y en la inteligencia de sus criaturas, podría desenvolverse Isabelita en medio del desconcierto de un país que todavía anda buscando la mejor de las Constituciones posibles, y que no parece dispuesto a dejarse gobernar con sosiego hasta que no la encuentre, porque ahora nadie es capaz de desenvolverse sin estar desconcertado.
  • la política no se hace con sentimientos, sino con virtudes, y como no tenemos estas, poco adelantamos
  • vivimos en el país de las recomendaciones y del favor personal
  • El general lamento era que España tenía todo lo bueno que Dios crió, menos gobernantes que supieran su obligación, resultando que con unos y otros siempre estábamos lo mismo
  • España está loca. Su manía consiste en hacer verosímil lo absurdo.
  • España no es país para eso [inventar]: aquí inventamos guerras y trapisondas
  • Desgraciada era entonces España; pero tenía hombres.
  • Reconozcamos que el soldado español es la virtud misma, pues por un cuarto diario consagra a la patria su existencia, por un cuarto se somete a los rigores de la disciplina, por un cuarto nos custodia y nos defiende hasta dejarse matar. No creo que en ningún país exista abnegación más barata.
Su prosa, siempre con tantas caras y aristas :
  • es feíta la pobre; tan poco agraciada, que todo el mundo cree que tiene talento… y el mundo se equivoca
  • «La vida no es más que esto, señor —dijo el escudero—, y ella y la muerte son lo mismo: unos se van y otros que se quedan… unos que vienen y otros que están, porque vinieron antes, los cuales un día les tocará también ser… idos. Todos, señor, fuimos venidos y seremos idos»
  • Revolución que aclama a las personas que encarnan la autoridad, no viene con mal vino
  • Desconfía de la revolución que se pone guantes, porque entorpecida de las manos, te acaricia con las patas
Ataque liberal al puente Lutxana

Esta vez le toca a Espartero, con su “bigote de moco”, salir bien librado, como puede leerse en Mi cachico.
Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido: 
acémila muy aclerigada
ferrería
comadrear
cata-salsas
con más hambre que cómico en Cuaresma
bigote de moco

Palabras anticipadas:

de la ceca a la meca
ajilimójilis
roñica
gorrón
rico por su casa
julepe (paliza trabajando)
tutiplén

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
cuentas de frutos y gastos
ver tres sobre un burro


Toma del puente de Luchana
Mi cachico: 


Conferenció con su jefe de Estado Mayor, el General Oraa, y acordaron suspender el ataque para organizarlo con toda la fuerza útil disponible y relevar al instante los puestos avanzados. O la casualidad o un imprevisto accidente produjeron hechos contrarios a lo que la rutinaria lógica de los caudillos disponía.

Sucedió que Oraa dispuso que se diera el toque de alto, y el corneta de órdenes, sin saber lo que hacía, distraído o alucinado, ebrio quizás del frenesí batallador, tocó ataque, y lo mismo fue oír el estridor guerrero, lanzáronse unos y otros monte arriba con ordenado y rápido movimiento, rivalizando en ardor los que el General traía con los que allí encontró. Quiso Oraa contenerles y que se cumpliera su mandato, mal interpretado por el corneta; Espartero, con mejor instinto y rápido golpe de vista, se aprovechó de aquel felicísimo arranque de la tropa, y con llama de inspiración, vio que era llegado el momento de seguir el impulso de los inferiores, de la gran masa bélica. Esta tomaba la iniciativa; esta, en un fugaz espasmo colectivo, dirigía y mandaba. Procedía, pues, favorecer este arranque, dirigirlo, extremarlo, y no permitir que desmayara. Blandiendo su espada, se puso frente a una columna, y con aquella voz sonora, con aquel tono arrogante y fiero que electrizaba a las multitudes, adoptando formas de lenguaje muy enérgicas y al propio tiempo fraternales, les dijo: «Adelante todo el mundo, y arrollemos a esos descamisados… ¡Coraje, hijos, coraje!… Ahora verán lo que somos. Delante del que de vosotros avance más, va vuestro General, que quiere ser el primer soldado… ¡A la bayoneta… carguen! ¡Coraje, hijos!… Por delante va esta espada que quiere ser la primer bayoneta… Que mueran ahora mismo esos canallas, ¡coraje!, o abandonen el campo, que es nuestro. ¡Viva la Reina, viva el Ejército, viva la Libertad!»

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