viernes, 25 de enero de 2013

EPISODIOS NACIONALES, Serie tercera: 8. Montes de Oca , de Benito Pérez Galdós

Edición: Libro electrónico
Páginas: 201

El gran friso narrativo de los Episodios Nacionales sirvió de vehículo a
Benito Pérez Galdós (1843-1920) para recrear en él, novelescamente engarzada, la totalidad de la compleja vida de los españoles –guerras, política, vida cotidiana, reacciones populares– a lo largo del agitado siglo XIX.

En unos años en que las dos Españas se llamaban moderada y progresista, el presente episodio toma su nombre del general MONTES DE OCA, protagonista de una romántica conspiración que le costó la vida. Como telón de fondo, la agitación de la vida de la capital, que tan bien conocía y supo retratar Galdós, y cuya inquietud política bullía en tertulias y mentideros

Esta novela, la octava de la Tercera Serie de los
Episodios Nacionales: Cristinos y carlistas,  la publicó Benito Pérez Galdós en 1900

Comienza así:
En los cuarenta andaba el siglo cuando se inauguró (calle de la Abada, númerotantos) el comedor o comedero público de Perote y Lopresti, con el rótulo deFonda Española. No digamos, extremando el elogio, que fue el primer establecimiento montado en Madrid según el moderno estilo francés; mas no le disputemos la gloria de haber intentado antes que ningún otro realizar lo de utile dulci, anunciándose con el programa de la bondad unida a la baratura, y cumpliendo puntualmente, mientras pudo, su compromiso. La exótica palabrarestaurant no era todavía vocablo corriente en bocas españolas: se decía fonda ycomer de fonda, y fondas eran los alojamientos con manutención y asistencia, así como los refectorios sin pupilaje.
 
LEIDO por.... Andrés:
 
Conocimos a Manuel Montes de Oca en la novela Mendizabal, segundo libro de esta serie, donde se nos anticipa el personaje:  “Montes de Oca, sí… excelente sujeto” y no volvemos a verlo hasta el último cuarto de esta novela, “noble en su delirio, grande en su loco intento, al propio tiempo insensato y sublime, gigantesco y pueril”, donde monopoliza todo el protagonismo, hasta su fusilamiento. Aprovecha esta narración Galdós para dejárnolo en muy buen lugar, a pesar de su loca y fracasada aventura levantisca.

De el nos dice también Galdós:
  • El pobrecito Montes de Oca, por ser de los primeros y haberle tocado la desdicha de venir con su lira en una época tumultuosa y candente, fue víctima del error gravísimo de querer dar solución a los problemas de gobierno por la pura emoción; pagó con su vida su desconocimiento de la realidad; merece una piedad profunda, porque era espejo de caballeros y el más convencido y leal de los poetas políticos
  • Valía más el Quijote que la dama, y era ella menos ideal de lo que la suponía el ofuscado caballero
  • No daba entrada al miedo en su corazón, ni cuartel a los arbitrios de la cobardía, ni a componendas o transacciones. Era hombre macizo, homogéneo, sin las complejidades que la vida moderna exige a todos los que en ella buscan algo de provecho.”cayó de golpe desde la cumbre de la poesía política a una realidad miserable
  • Rodil pregonaba la [cabeza] de Montes de Oca, ofreciendo por ella diez mil duros… Vamos, no era mal precio, dado el escaso valor que ordinariamente tenían en el mercado de nuestras guerras civiles las cabezas humanas, aun siendo de las mejor provistas de sólidos tornillos
Octubrada. Martín Zurbano. Biblioteca Nacional Madrid

Descripciones: “viose ante un hombre escueto que lo mismo podía parecer torero de invierno que sacristán de las cuatro estaciones” y humor de D. Benito: “Siempre que queréis sublevaros nos habláis de los peligros que corre la señora Libertad, a la cual yo comparo con la monja pudibunda que preguntó cuándo tocaban a violar

A lo largo de las novelas hemos ido tomando contacto con las famosas cesantías, entonces muy generalizadas pero hoy todavía existentes pero a un nivel mucho más alto: “
Por ley que parecía obra de la Naturaleza, tal era su regularidad, el nuevo régimen le había separado del comedero de la Biblioteca, para poner en él a persona más conforme con las ideas dominantes

 Nos presenta a Prim, “
Era de cuerpo pequeño, de carácter francote y comunicativo, cetrino de color, escaso de bigote y barba, el habla durísima, gorda, catalana”,  “era un bravo militar que había empezado su carrera de pesetero en la guerra de Cataluña, adelantando rápidamente por su valor sereno y su militar instinto en la dirección de tropas. Chico despejadísimo, llegaría a donde llegan pocos; y si por entonces parecía fuera de juego y no tenía mando, no era por falta de méritos, sino por significarse en política más de lo prudente, con ideas harto exaltadas

Nos encontramos con un curioso dilema moral: “
Asimismo quiso el mártir que se le consintiera mandar el fuego, y con tal afán lo pedía, que hubo de acceder Aleson, recordando que había no pocos ejemplos de esta tolerancia en la rica historia del fusilamiento nacional. Pero al propio tiempo que la autoridad militar asentía, protestaba la eclesiástica: el sacerdote declaró con grave acento que el dar la víctima las voces de mando en acto de tal naturaleza, era contrario a los principios religiosos. La muerte en esta forma consumada era un suicidio, y por ningún caso la autorizaba
Ataque a las tropas de Leopodo O'Donell, asediadas en la Ciudadela de Pamplona desde el primero de octubre de 1841, según un óleo, obra de Miguel Sanz y Benito, conservado en el archivo Municipal de Pamplona.

 Algunas palabras o expresiones que me han gustado, han sido:
Empuñaba el argumento como una lanza
para poder apedrear bien a un ídolo hay que ponerlo arribaAsí mataba el tedio con sucesivas y amenas visitas, y si no lo mataba lo hería gravementecon las manos ante la boca, soltando las palabras por entre los dedos, como si estos fuesen la reja del confesionariovale más, mucho más, hacer locuras por la justicia y la verdad que hacer cosas muy sensatas y muy correctas por la usurpación y por la mentira

Palabras recuperadas o, más bien, anticipadas:

pejiguera
cargante (pesado)
cucamona
coco

Palabras o expresiones que me han sorprendido:
Daba quince y raya

Mi cachico:
El modo y forma de hacer efectivo su pensamiento fue para los miñones sencillísimo. Lo propuso uno que en su niñez desplegaba felices disposiciones para robar fruta en las huertas y alguna que otra gallina en los corrales. Salieron los ocho a un cercado frontero a las dos casas en que se alojaban los paladines de la Reina, y con fuertes voces empezaron a gritar: «¡Zurbano, Zurbano!…». El efecto de este toque de diana fue inmediato y decisivo. Los caballeros durmientes saltaron despavoridos de sus lechos, y a medio vestir lanzáronse fuera por los primeros huecos que abiertos encontraron: Egaña saltó por una ventana, y a Piquero se le vio surgir por un boquete angosto que daba al campo en la parte posterior del edificio. Poner el pie en tierra y apretar a correr en busca de la espesura del monte más cercano fue todo uno. Los otros dos, tomando la salida por la puerta con más tranquilidad, no tardaron en desaparecer. Como en los incendios y naufragios, cada cual se afanaba por salvar su propia pelleja sin cuidarse de la del vecino. Dos miñones pusiéronse de guardia en la escalerilla estrecha que a la estancia ocupada por el jefe conducía, con objeto de apresarle cuando saliese, y viendo que tardaba, presumieron que se había escondido en los desvanes. Los inquilinos de la casa, un hombre y dos mujeres, que a poco de sonar las primeras voces de alarma abandonaron también sus madrigueras y vieron la veloz huida de los cuatro señores, aseguraban que el quinto de ellos no había salido. Viéronse precisados los traidores a subir en su busca, creyendo que, o se había muerto del susto, o que por el escrúpulo de conciencia quería expiar sus culpas bajo el poder del temido Zurbano”

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